Odio tocar polvo, odio sentir que mis manos tienen polvo no puedo aguantarlo mucho tiempo y me lavo las manos enseguida
agh. Para limpiar mi casa uso guantes de goma
siempre.
Pero adoro ensuciarme, con tierra, con barro, con pasto, como si esos elementos fuesen
símbolo de que me estoy divirtiendo más. Como el reclame del jabón en polvo que dice que los niños aprenden más cuando se ensucian jajaja supongo que ese pensamiento lo saqué de los Scouts...
Tampoco me gusta estar sola... ¡uff! bueno, debería decir
no me gustaba, siempre lo evitaba a toda costa, incluso llegué a armar planes con
varias personas porque pareciera que estar con una sola persona
no alcanzaba... esto
ya no lo hago tan seguido y cuando lo hago pienso bien si es porque algo me está molestando o simplemente porque quiero compañía. El asunto creo que era que
no me gustaba estar conmigo misma porque
no me quería mucho, digamos que
me quería poquito y bueno, uno nunca va a querer pasar mucho tiempo con alguien que no le cae bien ¿no? bueno, conmigo era lo mismo y estar con gente significaba, para mí,
no tener que aguantarme ahora lo escribo y me suena entre lejano y vívido.
Odio a los
prepotentes, los odio y
no los aguanto. La verdad es que creo que este mundo ya tiene bastantes cosas jodidas como para ir uno haciéndolo peor. ¿acaso no tenés nada más que hacer? ¿lavar algún cepillo, ordenar cd's, regar las plantas? Cualquier cosa es mejor que vivir para
romperle los huevos a los demás ¿no te parece?
A quienes creo que adoro
casi instantáneamente es a los "moralistas" me parece que están tan seguros de las cosas... de sí mismos... de todo. Siempre me inspiran un respeto automático jeje La verdad es que me he llevado, no digo decepciones pero sí podría decir que he tenido
desencuentros con esta clase de personas y sin embargo hay algo en mi que sigue poniendo como primer impresión, el respeto automático hacia ellos. Supongo que es porque siempre me sentí (y me siento todavía -a veces-) tan insegura,
tan dudosa, que cualquiera que parezca tener
una gota de certeza me parece un héroe. Por lo menos he aprendido que
no siempre es así.
Detesto sentir
frío, lo odio. Prefiero mil veces sentir mucho calor a sentir mucho
frío. Aunque ahora esto ha cambiado un poco, he aprendido a
casi disfrutarlo y en mi eso
ya es mucho.
Odio tener
arañas en mi casa, les tengo mucho,
mucho,
mucho miedo y siempre las encuentro en los lugares menos pensados: dentro de una taza, en la gorra de la ducha, en el mantel de la mesa. Últimamente, desde que me mudé, he tenido que enfrentarme a ellas
yo sola y eso me ha ayudado a sacarme el miedo en cierta medida pero... de todos modos no me agrada nada el encontrarme con uno de estos animalitos en mi espacio.
Detesto decir cosas
que realmente no pienso, sólo porque creo que es lo que
el otro quiere escuchar de mi ¬¬ es realmente
decepcionante que me sigan pasando este tipo de cosas, trato de recordarme que no siempre me sucede, que antes me pasaba mucho más seguido, que ahora
puedo corregir mi error sin miedo a haber
fracasado pero es algo que
todavía me frustra y me llega al fondo del alma.
Odio estar entusiasmada con algo y contárselo a alguien buscando su aprobación y debido entusiasmo y encontrar solo contras. Trato de enfocarme en que la opinión del otro
me va a ayudar tanto sea para
reafirmar la mía o para encontrar un nuevo elemento a
tener en cuenta pero la verdad es que más me cuesta cuanto mayor es el entusiasmo.
Lo que me gusta en este aspecto es encontrar
coincidencias con gente desconocida, eso me da esperanza en la humanidad...
todavía no se bien por qué.
Por ahora, eso es todo...
¡salú!
Lucía