jueves, 19 de septiembre de 2019

A tiempo

Entré al consultorio.
La habitación estaba decorada con cuadros coloridos. Dos sillones: uno frente al otro, levemente direccionado hacia un lado.
Yo estaba nerviosa pero decidida. Sabía que era una buena idea volver. Pero no quería volver a la misma terapia, redundante, analítica hasta lo más banal que había sostenido por diez años con otra profesional. Los últimos años fueron más que nada, rumiar el dolor. Es cierto que esa fue una experiencia iluminadora y enriquecedora pero luego de unos años de haber terminado, me dí cuenta que no era la mejor manera para mi. Yo, que le doy diez mil vueltas a todo, necesitaba otra cosa ¿tal vez algo más concreto? Lo que conocía de la terapia conductual, no me convencía para nada... Sabía qué estaba buscando pero no sabía qué forma ni qué nombre tenía.
-Bueno, yo soy Paula. Contame ¿qué te trajo acá?
-No sé... -sí sabía- La vida -reí buscando complicidad- Me pasan cosas.
Y me pasaban cosas, siempre me pasan cosas pero lo que me estaba pasando eran pensamientos suicidas ya demasiado seguidos y yo ya conocía bastante bien ese espiral descendente "Otra vez no bajo"
Y me atajé a tiempo, bien yo.
Ahí estaba Paula, se rió con ganas de mi primer comentario guarango y me pareció la mujer más hermosa del mundo. Los ojos verdes, penetrantes (muy luego le conocí la mirada inquisidora) enmarcados por unos lentes gruesos, la expresión tranquila, los cachetes rosados armonizando con el pelo castaño ondulado y la sonrisa fácil (siempre atenta). Supe que podía confiar en ella. Aún así, mi terquedad me llevó a seguir el plan y procuré dejarle claro que esta consulta no implicaba compromiso alguno: necesitaba tiempo para decidir y aún estaba a la espera de la respuesta de otra terapeuta a quien había escrito.
Esto ya me es conocido: busco opciones para no sentirme atada, necesito sentir que tengo alternativas pero decidir me estresa, así que a la hora de elegir, prefiero tener el camino despejado... y esta maraña de contradicciones fué la que se sentó en el mismo sillón (u otro similar en el cuarto contiguo) durante algo más de un año.
Lo que aprendí de mi misma durante este tiempo, es mucho más de lo que podría haber imaginado. Ahondé en mis modos de entender el mundo, en conceptos que tenía tan integrados que ni cuenta me había dado que no me pertenecían, mecanismos externos impuestos y asimilados desde muy chica, sentimientos que me costaba reconocer (siempre tengo problemas con ese área) y formas de vincularme que ya no quiero utilizar.
Sé que aún me queda mucho por aprender y que hay cosas que se me hacen más difíciles de descifrar y de asumir pero encontré mi confianza y ahora creo (de creer y de crear) en mi capacidad de vivir como quiero, de querer y de quererme y de ser lo más yo posible.
Y esto sucede primeramente debido a que lo decidí para mi y me agradezco por eso pero estas palabras son un agradecimiento a Paula, por recibirme, cuidarme y guiarme en este viaje, tan amorosa y profesionalmente (maneras que ahora sé que van necesariamente unidas).
Gracias a ella también y a su dedicación es que hoy en día estoy viajando, cumpliendo un sueño y recorriendo lugares que nunca pensé que podría llegar a ver, que sería imposible para mi (incluso ni creía merecerlo) sin ella no hubiese podido hacerlo. Pero principalmente estoy conociéndome (un poco más, siempre un poco más) disfrutándome y compartiéndome.
Gracias, Paula, por ser parte de mi eterna búsqueda.


Yoquemebusco
[a Paula]