lunes, 15 de agosto de 2011

Jugo de frutas

No tengo ganas de escribir ni nada que quiera contar. Pero tengo muchas cosas dentro. Muchas.
Cosas que quiero sacar, cosas que quiero hacer. Siempre me tranco en la etapa de producción, es como si mis manos no puediesen hacer todo lo que mi mente maquina.
Constantemente tengo que luchar contra ese sentimiento informe y baboso que me dice que no puedo hacer nada bien, que no voy a lograr realizar algo que valga la pena, que nisiquiera debería intentarlo. Tengo que repetirme que yo puedo, que solo es un paso para empezar, que poco a poco se logra, que no necesita ser bueno ni maravilloso porque solo necesita ser experimento, tratar, probar.
Estoy hablando más que nada de la producción artística pero en mi caso se aplica a todo lo demás en mi vida, a mi trabajo, mis acciones, la manera en que encaro la vida.
Encarar la vida.
Darle la cara. Mirarla de frente y decirle "te voy a exprimir como a una naranja" (jeje)
Son como dos partes que existen en mi mente: mi pensamiento racional en el que me baso para sentirme mejor, para hacer lo que me hace bien, para disfrutar la vida como lo merezco y mi pensamiento obsesivo-depresivo (otra manera de llamarlo sería 'pensamiento pesimista') ese que tengo metido en el caracú pero que no me gusta, ni me hace bien ni quiero tenerlo. Trato de aferrarme a la parte que considero racional porque es la que me mantiene a 'flote' es la que hace que me sienta bien. Trato de silenciar a la otra parte de mi porque me hace mal pero me pregunto si no me perderé en el camino, si no me perderé a mi misma tratando de estar mejor ¿es posible? Cuando estoy bien creo que eso es solo una ilusión, que es imposible perderme si ni siquiera me he 'encontrado' todavía, que me estoy armando y puedo ser quién yo quiera.
Sí, quién yo quiera.
Pensar y luego hacer. (Y luego cuestionar y luego volver a pensar y seguir el ciclo)
Fabricar. Porque puedo hacer cosas que merezcan existir.
Yo merezco ser más, ser todo de mi y ser mejor.

¡salú!

Lucía