lunes, 18 de noviembre de 2019

Nocturnidades afectadas

Para mi es re importante en este momento, aprender a confiar.
Confiar en otra persona es confiar en mi: confiar en mi capacidad de autocuidado porque, además, cuidarme es cuidarnos.
Confiar en mi es permitirme confiar en otra persona. Me permito ser yo. Me permito volar. Me permito ser libre. Me permito recibir. Me permito confiar. Me permito afectarme.
Lo más íntimo, lo comparto.
Me potencio si te estallás de risa.
Me libero cuando te estallás de placer.
El aprender también es colectivo y el colectivo empieza, necesariamente, en dos.

miércoles, 23 de octubre de 2019

Vértigo o Encuentros Jugados

Estoy caminando por La Plata,

buscando sacar algún peso

-de la cabeza, que no quiere darme tregua y del cajero, que no quiere darme guita-.

Entro a la librería

-me atraen los libros de gates en la vidriera

pero salgo con casilda-

me acuerdo de tus ojos de gata,

penetrantes cuando callás, 

inocentes cuando sonreís.


Me pierdo.

La plaza es hacia el otro lado

y el Vértigo me inunda otra vez.


Estoy caminando por La Plata,

no me fuí 

y me pregunto si me iré cuando me vaya.

Cuento pañuelos verdes y violetas

-un promedio de 3 por cuadra-

creo que nunca había visto tanta gente

en la misma gozadera.

Intenso encuentro compartido;

bailar contigo, seducirnos, jugar.


Jugar siempre.

Las reglas sobre la mesa

y los miedos al sobre.


Estoy caminando por La Plata,

confié en que iba a llegar

aunque no imaginaba a dónde.

La llovizna me moja los lentes

-¿parará esta lluvia?-

tengo el corazón y la chabomba inundados.

La cabeza volando en algún tono de tu respiración jadeante mientras canto 

-porque me gusta compartirte mis gemidos-

el dolor de los pezones me vuelve a tierra:


Estoy acá, ahora: Volver.

Encontrarme en el encuentro

y encontrarnos.


La Plata - Octubre 2019

jueves, 19 de septiembre de 2019

A tiempo

Entré al consultorio.
La habitación estaba decorada con cuadros coloridos. Dos sillones: uno frente al otro, levemente direccionado hacia un lado.
Yo estaba nerviosa pero decidida. Sabía que era una buena idea volver. Pero no quería volver a la misma terapia, redundante, analítica hasta lo más banal que había sostenido por diez años con otra profesional. Los últimos años fueron más que nada, rumiar el dolor. Es cierto que esa fue una experiencia iluminadora y enriquecedora pero luego de unos años de haber terminado, me dí cuenta que no era la mejor manera para mi. Yo, que le doy diez mil vueltas a todo, necesitaba otra cosa ¿tal vez algo más concreto? Lo que conocía de la terapia conductual, no me convencía para nada... Sabía qué estaba buscando pero no sabía qué forma ni qué nombre tenía.
-Bueno, yo soy Paula. Contame ¿qué te trajo acá?
-No sé... -sí sabía- La vida -reí buscando complicidad- Me pasan cosas.
Y me pasaban cosas, siempre me pasan cosas pero lo que me estaba pasando eran pensamientos suicidas ya demasiado seguidos y yo ya conocía bastante bien ese espiral descendente "Otra vez no bajo"
Y me atajé a tiempo, bien yo.
Ahí estaba Paula, se rió con ganas de mi primer comentario guarango y me pareció la mujer más hermosa del mundo. Los ojos verdes, penetrantes (muy luego le conocí la mirada inquisidora) enmarcados por unos lentes gruesos, la expresión tranquila, los cachetes rosados armonizando con el pelo castaño ondulado y la sonrisa fácil (siempre atenta). Supe que podía confiar en ella. Aún así, mi terquedad me llevó a seguir el plan y procuré dejarle claro que esta consulta no implicaba compromiso alguno: necesitaba tiempo para decidir y aún estaba a la espera de la respuesta de otra terapeuta a quien había escrito.
Esto ya me es conocido: busco opciones para no sentirme atada, necesito sentir que tengo alternativas pero decidir me estresa, así que a la hora de elegir, prefiero tener el camino despejado... y esta maraña de contradicciones fué la que se sentó en el mismo sillón (u otro similar en el cuarto contiguo) durante algo más de un año.
Lo que aprendí de mi misma durante este tiempo, es mucho más de lo que podría haber imaginado. Ahondé en mis modos de entender el mundo, en conceptos que tenía tan integrados que ni cuenta me había dado que no me pertenecían, mecanismos externos impuestos y asimilados desde muy chica, sentimientos que me costaba reconocer (siempre tengo problemas con ese área) y formas de vincularme que ya no quiero utilizar.
Sé que aún me queda mucho por aprender y que hay cosas que se me hacen más difíciles de descifrar y de asumir pero encontré mi confianza y ahora creo (de creer y de crear) en mi capacidad de vivir como quiero, de querer y de quererme y de ser lo más yo posible.
Y esto sucede primeramente debido a que lo decidí para mi y me agradezco por eso pero estas palabras son un agradecimiento a Paula, por recibirme, cuidarme y guiarme en este viaje, tan amorosa y profesionalmente (maneras que ahora sé que van necesariamente unidas).
Gracias a ella también y a su dedicación es que hoy en día estoy viajando, cumpliendo un sueño y recorriendo lugares que nunca pensé que podría llegar a ver, que sería imposible para mi (incluso ni creía merecerlo) sin ella no hubiese podido hacerlo. Pero principalmente estoy conociéndome (un poco más, siempre un poco más) disfrutándome y compartiéndome.
Gracias, Paula, por ser parte de mi eterna búsqueda.


Yoquemebusco
[a Paula]

martes, 9 de julio de 2019

Desenredo

Darme cuenta que el amor que te tenía, ahora lo tengo para mi
Y decírmelo suavecito después de cojerme llevándome al vacío
Y hacerme llorar cuando acabo, porque esto es lo que quería:
No tengo que llenar nada
Soy suficiente para mi

martes, 21 de mayo de 2019

Fiebre azul

Esta fiebre azul


De lino y cebolla


De penas viejas


De gente extraña


En sueños chorrea


Esta fiebre


Que me nubla la vista


Me taladra


Las ganas


Las quejas


Los labios


Este azul


No se lava


Contigo


Ni sin ti

sábado, 4 de mayo de 2019

Descargo informal o haberle amado

Me gustaba cómo dibujaba.
Cómo iba cambiando de estilos
técnicas preferidas
y discursos.
Recuerdo un momento de amor
mientras ella pintaba con acuarela, un papel tapiz de lavandas
y yo la miraba, maravillada por tanta destreza.
Los pinceles se perdían entre sus dedos
esos palitos flacos y gáciles
-los pinceles y sus dedos-
Más tarde juntaba hojas de otoño
para estampar en papeles.
Miles y millones de papeles.
Me parecía que nunca descansaba.
Se iría transformando en seguridad y en confianza.
.
De aquel otoño funesto para mi
que encontró refugio en su casa
y en el frío de sus dedos,
que cocinaban cremas de naranja
e infinitos panqueques venganos,
mientras yo bien podía estar colgando la ropa,
en un buen día,
o remoloneando aún en la cama,
dejándome mimar y alimentar,
que al fin y al cabo son la misma cosa.
De aquel otoño -decía-
recuerdo el olor a yuyos
y cardamomo.
Los autorretratos.
La incursión en el texto,
aparentemente tímida,
siempre autorreferencial.
Ahora elle.
Y otra vez el cambio de soporte:
Libretas por doquier.
Con ventanas,
con espejos.
Todos los te quiero se pueden decir con una libreta.
Y el malestar con el cuerpo,
con las tetas.
'Bueno, a mi me gustan... dejame despedirme'
me pareció un juego.
Pasajero.
-Mal yo-
'Te banco'
Pensaba que podía acompañarle
a cualquier lado.
...
Luego otra vez,
como pasando por el surco formado años atrás.
Por otres.
Por mi.
Que de tanto andarlo ya no le crece nada.
La violencia.
Y mi incapacidad para ponerle límites.
Estaba sucediendo de nuevo.
...
Entre los planes de verano y el horizonte de tormenta, la primavera me trajo valentía,
autosuficiencia
y pocas pulgas.
Ya no alcanzó la seguridad.
Ni la admiración.
Empezaron a pesar la competencia,
la presión socavada,
el ahogo,
la exigencia,
la manipulación.
La culpa.
No sé...
una línea había sido cruzada;
una violencia,
establecida.
Y hubo un parate.
Repensemos.
Qué estamos haciendo.
Qué queremos.
Porque yo no quiero esto.
¿para qué querernos si no es para querernos?
Toda yo estoy expuesta,
sincera. Me cuesta ser sincera pero nos lo merecíamos.
-Yo te tengo superada -me respondió- estoy en otra.
-¿qué?
Finish him
-Ya no te quiero besar
You loose
¿cuándo esto se había vuelto -también- un juego, una competencia que ganar?
Me habían borrado el piso.
Como los recuerdos.
Como los momentos.
Ya no sabía con quién estaba hablando.
Esa inestabilidad
me deshizo.
...
Luego, otra vez,
se iría transformando en rencor y ese dolor crónico
que me cierra el pecho,
que de tanto andarlo ya no le crece nada.
Toda yo estoy expuesta,
deshecha,
sincera.
No lo tengo superado.
Pero ya no le quiero besar.

jueves, 31 de enero de 2019

El efecto mariposa

Volví del laburo en la madrugada. Entré al edificio que ahora es mi casa y en el hall me encontró una mariposa.
Revoloteó unos segundos sobre mi cabeza y luego pareció descansar en el suelo. A mi, que vivo más en lo posible que en lo real, las mariposas me despiertan una terrenalidad como pocos seres o situaciones logran hacerlo. Decidí sacarla a la calle y me dispuse a perseguirla; durante varios minutos ensayé cuencos con mis manos para retenerla. En medio tu voz lejana, un audio había quedado hablándome desde los auriculares que colgaban ahora sobre mi pecho. Pude atraparla y mientras me regocijaba sintiendo las cosquillas que provocaban sus patas en mi mano suavemente cerrada, logré abrir la puerta que daba al exterior. En esa dificultosa maniobra ella logró zafar de su encierro y se posó en mi dedo índice. Así salimos a la calle y nos quedamos un rato bajo el farol que ilumina la entrada, mirándonos. Le pregunté si estaba bien, me pareció que decía que sí. Entonces caminé hasta el edificio de al lado, el de ladrillos rojos y canteros de flores. Te gustarán las flores. Nos acercamos a ellas y la mariposa no se movió de mi índice. Mientras, vos habías dejado de hablar y yo pensaba en lo frágil de la vida, lo finita y etérea y en lo que me tranquiliza pensar que nada es eterno en este mundo. Ni siquiera nosotres. Ella voló nuevamente hacia el lado de mi casa, supuse que buscaba algo más.