lunes, 26 de marzo de 2018

Todo es un momento

En la noche la ansiedad sueña junto conmigo. Dije que no quería quedarme llorando por los rincones. Y no quise enamorarme. Aún así. La tibieza me colma. Mi cabeza me lleva a momentos inventados. Y a otros propios, mi cuerpo. El inmenso placer de su olor. Tengo que escribirlo para no olvidarme luego. Porque ya me había pasado. Más allá de las distancias. Que son entendibles. Me había olvidado. Lo que sentí al conocerle. Hoy recuerdo y sonrío: ¡que astuta! Probablemente en ese entonces lo olvidé para no caer en ese abismo que me invento cuando quiero. Cuando quiero. Por otro lado. La memoria es lo que hacemos con la memoria. Y a mi me sirvió esta memoria selectiva. Para no perderme.
Decía. Que su olor. Aromaterapia primera. No lo recuerdo. Pero sí recuerdo lo que ese olor despertaba en mi. El portal de este placer. Fluir. Delicias con fecha de embarque. Fue lo que fue. Tendré algo que contarle a mi almohada cuando me apriete el pensamiento. Y soltar. Aprender a soltar. Tengo todo listo para empezar la lección. Voy a soltar expectativas. Soltar imposiciones. Cargas. Historias. También ego. Soltar lugares conocidos. Miedos. Voy a soltar miedos. Pero me quedo. Con los sentidos. Con los espasmos. Con eso que me causaba su olor. Eso me lo quedo. Me quedo con las olas que son agua y que son olas. Y esta paz de saber que todo es un momento.

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